Trampas 07 - Proyecto Nacional

¿Qué es un proyecto nacional? ¿Cuáles son las posibilidades de diseñarlo y desarrollarlo en la actualidad? ¿Cuáles de estas dificultades son de la actualidad y cuáles son constitutivas de la idea de un proyecto nacional mismo? Estas son algunos de los puntos que nos interesa poner en la discusión para cruzarlos con los artículos presentados para este número de Tram(p)as de la comunicación y la cultura.

En principio, es necesario situar la temática en el contexto del Proyecto de la Modernidad como proceso civilizatorio, que “inventa” como uno de los ejes constitutivos de la subjetividad moderna tanto la idea como la experiencia de la nación. Una nación, desde sus dimensiones geopolíticas, culturales, sociales y económicas, que se configura a partir de unos dispositivos de homogeneidad que permiten hablar de naciones diferenciadas unas de otras. Esta homogeneidad de la nación (que nos habilita a hablar de “los argentinos”, de “los mexicanos”, como si estuviéramos frente a una unidad) se va dando, y particularmente en América Latina, desde la negación de la diferencia encarnada en unos ciertos sujetos. Así, a lo largo de los años de la modernidad, los distintos proyectos de nación fueron excluyendo a unos “otros” que cambiaban y permanecían de acuerdo al lugar desde el cual se elaboraba el proyecto. Hubo también proyectos de nación más plurales y proyectos más excluyentes. Hubo proyectos que imaginaron los partos posibles de lo negado, y hubo otros que vieron cómo desaparecer los nacimientos.

En los últimos tiempos, de manera recurrente, una y otra vez, asistimos a la afirmación de la necesidad y de la dificultad de pensar en un nuevo proyecto nacional.

Pareciera ser que no hay un proyecto, o que el que había estalló en mil pedazos, que es necesario refundarlo. Políticos, periodistas, opinadores, maestros... acuerdan en la idea de que si algo nos salvará del desasosiego en el que hemos finalmente caído, será la posibilidad de un proyecto de nación. La diversidad de actores y de puntos de vista, tanto políticos como académicos e intelectuales marcan las afirmaciones, pero sin que se encuentren en el debate o la confrontación. Estamos más bien en la aceptación de que diseñar un proyecto nacional no sólo es necesario y vale la pena, sino que es condición de futuro, pero no existe un encuentro colectivo para imaginarlo en sus posibilidades y utopías.

¿Por dónde pasan hoy, entonces, las imposibilidades de su diseño?

La primer gran dificultad para pensar un proyecto nacional pareciera ser el grado de fragmentación social, que llega incluso al extremo de preguntarnos por la posibilidad de hablar hoy de sociedad. La desigualdad creciente y la disgregación del lazo social que se viene produciendo en nuestro país desde hace décadas, se ha visibilizado como nunca después del 20 de diciembre, dando muestras contundentes de que más allá de ciertos tratamientos periodísticos la situación actual no es coyuntural, sino que hunde sus raíces en complejos procesos históricos.

Frente a un Estado colapsado y un sistema político severamente cuestionado, se encuentra una sociedad civil descuartizada, que no puede encontrase ni siquiera en la rebelión. No existe un voluntad colectiva en torno al diagnóstico del presente, mucho menos con respecto a la imaginación del futuro. Y hablar de proyecto es hablar del futuro, en el presente.

Otro de los puntos conflictivos a la hora de diseñar un proyecto nacional es, justamente, la nación, el estatuto de lo nacional en un mundo globalizado. La nación se “inventa” en la modernidad ligada a la espacialidad física, al medio físico entendido como posible de ser demarcado, con contornos definibles y visibles, con fronteras claras. Pero en los últimos años, los procesos sociales, culturales, políticos y económicos que dieron contenido a la globalización y mundialización han hecho estallar la idea de la nación, produciéndose la desterritorialización del espacio, es decir un espacio (y, por supuesto, la experiencia de ese espacio) que no está fijado, arraigado, en un plano físico. Se está frente a otro modo de vivir el territorio. En este sentido, las sociedades contemporáneas viven en una territorialidad desarraigada, despegadas de los territorios nacionales. Ese proceso de desterritorialización que cuestiona las fronteras del estado nación, y por ende la idea de nación misma, nos sitúa frente a la dificultad para pensar procesos sociales y culturales como proceso nacionales: ¿dónde empieza y dónde termina lo nacional? ¿Qué pasa con lo global? ¿Cómo existe lo nacional frente a lo global? ¿Son dimensiones aislables? ¿Es posible pensar el mundo como un conjunto de naciones?

Y entonces, frente a esta complejidad en torno a la definición de la nación y de lo nacional, cuando no parecen alcanzar los opuestos o las inclusiones, la pregunta por el proyecto nacional se desdibuja. Hoy es complicado pensar lo nacional, acá y en el mundo.

Sin embargo, proponemos discutir en este número de Tram(p)as de la comunicación y la cultura si hay que descartar la idea, o reconstruirla, o diseñar desde ella alguna otra posibilidad. Otra posibilidad que pueda ser imaginada desde un sentido utópico, no sólo posible. Que pueda incorporar la incertidumbre como dimensión constitutiva de las sociedades en las épocas que son y las por venir. Un proyecto colectivo que trabaje desde la problematización de las fronteras, no sólo desde su fijación conservadora, folklórica o “posmoderna”. Que en el consenso pluralmente construido asuma los riesgos aceptables y deseables; que esté atento a que no es sólo condición de promesa hacia delante, que no es algo sobre lo cual hay que subirse o bajarse, sino que se hace y deshace en el andar.

Finalmente, un proyecto, que no es claro si debiera o no llamarse nacional, que pueda plantearse (desde el sueño y desde la densidad profundamente material de la vida) la inclusión de los múltiples “otros” que cada día, y con mayor ferocidad, están siendo expulsados de mundo de los hombres.


Florencia Saintout
Jorge Huergo
Directores



Indice

ANCLAJES

“”El Modelo Argentino” Treinta Años Después”
Carlos Guerrero y Marcelo Belinche

“Bases de un Proyecto Nacional”
Carlos Luis Custer

“Un Proyecto Nacional desde la Argentina de la Emergencia”
Daniel Arroyo

“El Proyecto Nacional como Objeto de Estudio”
Manuel Urriza

“¿”Refundación” o “Contestación” de lo Nacional? ”
Mónica B. Lacarrieu

“La Peligrosa Ilusión Recurrente”
Jorge Bernetti

“Diálogo y Solidaridad Para un Nuevo Rumbo”
Gustavo Carlos Magisch

“Universidad y Proyecto Nacional. Los Males y los Remedios son de Nosotros”
Ernesto F. Villanueva

“Sincronizar los Conjuros Argentinos”
Alejandro Grimson

“Globalización, Identidad y Nación”
Angel P. Tello

“En Busca del Proyecto Nacional Perdido”
Claudio Panella

“Apuntes para un Proyecto de Nación. De las Modas a la Prospectiva”
Jorge Elbaum

“Lo Deseable Colectivo”
Octavio Getino

“Igualdad de Derechos y Comunidad. Los Principios del Comienzo”
Guillermo Quinteros

“Una Reforma Estructural del Sistema de Salud”
Federico Tobar